Según la Historia de los utensilios del vino, de José Peñín, Venecia fue uno de los primeros lugares donde se utilizó el vidrio para envasar el vino, aunque como un lujo exclusivo de las élites. De Italia pasó a Inglaterra, con un vidrio tosco todavía, algo traslúcido, pero resistente y más accesible para la población. A mediados de ese siglo, Sir Kenelm Digby, miembro de la Corte británica, creó la primera botella de vidrio ‘moderna’, cilíndrica y de hombros caídos coronados por un cuello largo, antecesora directa de la actual bordelesa. Los ingleses fueron también los primeros en utilizar tapones de corcho, procedente de España y Francia. Nacía así el envase estanco, con las mismas propiedades que los actuales.